Cosmovisión del Sur

En Colombia existen 82 grupos étnicos, y para muchos de ellos, los páramos tienen una relevancia espiritual y material fundamental, siendo la base de sus costumbres ancestrales, organización territorial, manejo de recursos y formas de vida. Dentro de los páramos se encuentran 40 resguardos de diferentes pueblos indígenas, que abarcan cerca del 10% del área total de páramos, equivalente a 286.530 hectáreas distribuidas en 13 complejos. En este escrito, destacamos tres etnias del sur de Colombia: los Quillacinga, Yanaconas y Misak, quienes mantienen una relación estrecha y una rica herencia cultural en estos ecosistemas.

Foto: Alejandro Calderón

QUILLACINGA

Los Quillacinga se encuentran ubicados en el centro y nororiente de los Andes, en el departamento de Nariño. Se autodenominan Hijos de la luna, en lengua Quechua: Quillacinga se deriva de Quilla, luna y Cinga, nariz, traducido como personas de Nariz de Luna. En la época precolombina solían usar narigueras de oro como tributo a la luna, siendo evidente que para ellos la luna es un referente espiritual y material, ya que sus ciclos son contemplados en la crianza, los embarazos y la agricultura.

Foto: Alejandro Calderón

Los diablos danzantes Quillacingas solían subir a la cima del Volcán Galeras o Urkunina (montaña de fuego) para bailar en el cráter,  luego descendían para unirse a la fiesta de la cosecha, danzando en agradecimiento a la madre naturaleza por la abundancia. Hoy en día, los Quillacinga están en un proceso de reconocimiento étnico, ya no hablan su lengua nativa pero reconocen sus costumbres, identidad y riqueza cultural.

Foto: Alejandro Calderón

“Somos la semilla del páramo, de la selva, de los frailejones, de la lluvia; somos las semillas del agua y en nuestra sangre están las historias de los territorios que somos… somos las quebradas, riachuelos, nacimientos de agua; somos los páramos azonales, somos un territorio de historias que cuidan la tierra, el agua y la cultura en las cuales se enseñan las sabidurías que dejaron nuestros ancestros para proteger la vida” (Mandato de Vida Resguardo Indígena Quillasinga Refugio del Sol).”

Foto: Alejandro Calderón

YANACONAS

En el suroccidente colombiano, durante la época de la conquista y colonia españolas, ocurrió una de las más altas tasas de destrucción poblacional. Las epidemias, el trabajo forzoso impuesto por los españoles y la resistencia indígena contra la explotación colonial fueron los principales motivos de este descenso, la imposición del régimen colonial llevó a la destrucción del pueblo aborigen cuyo único fin era el aniquilamiento étnico. Sin embargo, hoy en día, los Yanaconas perviven e intentan reconstruir su cultura, identidad y autoridad en su territorio. Actualmente se calcula que son cerca de 20.000 personas que viven bajo la autoridad de los Cabildos indígenas.

Foto: Alejandro Calderón

Según relata Zambrano (1995), el páramo del Macizo Colombiano es descrito por los Yanaconas como “silvestre” o “bravo” porque es un lugar difícil de acceder para los humanos, hábitat de animales ariscos, fuente de energía espiritual y lugar donde el tewa (médico tradicional) puede conseguir elementos para sus rituales. Debido a la ubicación de los páramos, en las zonas altas, son denominados “montañas frías”, pero es allí donde se encuentran las plantas “más calientes”, cuya manipulación sólo es permitida por sabios. Los fenómenos naturales que los Yanaconas no pueden controlar son denominados salvajes, bravos, ariscos, encantados y calientes. En contraste, los que los humanos han transformado son clasificados como fríos, mansos, domésticos, desencantados y cultivados. Esta clasificación, conocida como “dualismo andino”, es una forma de organización que clasifica en pares opuestos como caliente/frío, arriba/abajo, silvestre/cultivado, encantado/desencantado y es trasversal a sus creencias y costumbres.

Foto: Alejandro Calderón

MISAK

Los Misak, también conocidos como Guambianos, son una de las etnias más representativas del territorio Colombiano viven en la vertiente occidental de la Cordillera Central, en las inmediaciones de los Páramos de Las Delicias y el Pisno y de los Cerros de Río Claro y Bujíos (ONIC). Habitan el Resguardo de Guambia, en el suroriente del departamento del Cauca, el cual cuenta con 18.000 hectáreas, de las cuales 9.000 corresponden a áreas de páramo y peñascos. Para los Misak, los páramos son generadores de vida, de las dos enormes lagunas Ñimpi y Piendamó vienen los espíritus mayores Pishimisak y Callyn, que representan lo femenino y lo masculino y de quienes nacen los primeros hijos de la etnia Misak, los PIurek. (Lenguas de Colombia, n.d., Escobar, 2017).

Foto: Alejandro Calderón

Son los hijos del agua, el páramo es sagrado y parte esencial de su cosmogonía. Para ellos, si no hay páramo, no hay agua y es  allí donde nacen los principales ríos y quebradas. Acercarse a las lagunas, que normalmente están asociadas a lo femenino y a la fertilidad, requiere preparativos y rituales realizados por el médico tradicional (mørøpik). Los páramos son vistos como entes vivos superiores a los seres humanos, donde viven los seres que dan y quitan la vida y proveen la energía para los ciclos naturales (Escobar, 2019).

Foto: Alejandro Calderón

“El agua es uno de las fuentes más allegados al ser Misak, el agua vitaliza y revitaliza la memoria ancestral de los Misak, el cuerpo está cubierto de agua, el territorio agua es donde corre por las venas, y los ríos son la sangre que fluye en las venas de cada ser Misak, ella significa vida, unidad familiar, las lagunas son los ojos que nos brilla la vida al despertar y las montañas son nuestros cabellos que mantiene para pensar y tener la humildad con cada uno de nosotros mismos. Momento por momento se comunica con el agua y ella nos entiende transmitiendo valores y fuerzas para caminar en el territorio.” Javier Morales, Misak. (Escobar, 2017).

Foto: Alejandro Calderón

Redacción: Natalia Cano

Trivia de los Páramos

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