Los páramos, esponjas y fábricas de agua, atribuyen su sobrenombre a la importante labor en la regulación hídrica. Su vegetación y suelos retienen el agua producto de la lluvia y la precipitación horizontal, controlando la escorrentía y regulando los caudales de agua, que, en Colombia, es una regulación cercana al 70% de la cabecera de sus ríos.
Parece increíble que tan solo el 1.3% del territorio colombiano está conformado por este conjunto de ecosistemas diversos, y sin embargo, constituye la fuente de agua potable más importante del país; más del 70% de la población depende de esta fuente hídrica para subsistir.
Estamos frente a una creciente y desmesurada crisis mundial de desabastecimiento de agua. Según UNICEF, más de 2.200 millones de personas en el mundo no tienen acceso a agua potable, una brecha de inequidad y desigualdad en constante crecimiento.
Irónicamente, el crecimiento global de la población conlleva a un aumento del uso de agua potable en la agricultura, industria y manutención, un incremento seis veces mayor desde 1900, y donde además, según la UNESCO, cerca del 80% de las aguas residuales retornan al ecosistema sin ser tratadas o reutilizadas.
La contaminación de los ríos, mares, humedales, lagos y lagunas es en gran parte responsabilidad del manejo inadecuado de los recursos hídricos, una consecuencia lamentable que impacta la vida de los frágiles ecosistemas y su diversidad biológica.
Referentes externos:
Mapa y cifras de consumo de agua por país
Agua de Bogotá