La conservación de los páramos es primordial para el sostenimiento de la biodiversidad y las poblaciones humanas que se benefician de los múltiples servicios ecosistémicos que estos prestan; dichos ecosistemas son territorios habitados por comunidades desde hace varios siglos y son ellos quienes hoy en día, buscan alternativas sostenibles para vivir en armonía.
En el páramo de Pisba, una comunidad de mujeres protectoras de sus cohabitantes, los Cóndores, han encontrado una manera de hilar y tejer sus ruanas de manera sostenible, manteniendo a sus ovejas en cercas, evitando así daños al ecosistema producto del pastoreo, sin impedir el desarrollo de esta actividad de subsistencia que constituye, al mismo tiempo, un tejido colectivo que entrelaza ideas de vida y memoria.
A unos pocos kilómetros del hogar de las mujeres tejedoras, Miguel Perez, relata cómo dejó la minería de carbón en el pasado, ahora se dedica junto a su familia a cuidar de las abejas, cultivar fresas y criar truchas como medio de subsistencia, trayendo consigo la generación de nuevos empleos diversos y sostenibles.
La protección del territorio como fuente de vida es una visión trascendental en el camino hacia la sostenibilidad. Pedro Hernandez, líder ambiental campesino, es un protector de la alta montaña y las numerosas fuentes hídricas del páramo de Pisba, desde su cotidianidad y activismo defiende el territorio de las múltiples amenazas e inculca el cuidado a los habitantes y visitantes de su hogar, el páramo.
